domingo, 17 de noviembre de 2019

El testamento del Lic. Martín de Mena Godoy, cura y vicario de la doctrina de Sisicaya (Huarochirí, 1655)

Iglesia del pueblo de Sisicaya (Huarochirí).
Fuente: Facebook de Comunidad Campesina Sisicaya.



El presente trabajo está inscrito en una investigación de mayor envergadura iniciada desde el año 2013 titulado, provisionalmente, “Una familia al servicio de la fe: la carrera eclesiástica de los Mena Godoy, siglo XVII”.

Producto de la intensa búsqueda de documentos en los archivos de Lima, ubicamos el testamento de Martín de Mena Godoy en uno de los muchos protocolos del escribano Francisco de Acuña, conservado en el Archivo General de la Nación. Documento que en esta ocasión brindaré su completa transcripción paleográfica.

El historiador Philippe Ariès dijo al respecto sobre los muertos que “…están siempre presentes entre los vivos, en ciertos lugares y en ciertos momentos. Pero su presencia sólo es sensible a los que van a morir.” (1984: 15). Posiblemente, más atento a ello estaría un párroco, quien, dentro de un contexto caracterizado por una mayor participación del clero secular en la administración de las doctrinas de indios. Así, el Lic. Martín de Mena Godoy, un cura doctrinero de distintos pueblos a lo largo de su vida, es un claro ejemplo del accionar de varios individuos que apostaban por la carrera eclesiástica como un vehículo de movilidad social que, como correspondía, le aseguraban varios ingresos económicos en el desempeño de su labor pastoril.

El testamento como fuente histórica, es importante por ser un documento de confesión pública del individuo que presiente la cercanía de la muerte, éste establece mediante sus disposiciones espirituales y patrimoniales, la preparación que tiene para ingresar a la corte celestial. Puesto que la muerte es un fenómeno o “cosa” natural, el individuo debía estar preparado para afrontarlo, y en un ambiente religioso que caracterizó a la sociedad colonial del Perú, es entendible porqué 

Entre las disposiciones espirituales, el testador debía ordenar su conciencia y preparar el destino de sus restos mortales. Daba cuenta de su estado corporal y mental, luego pedía la intervención de los santos en su favor para exculpar sus pecados y ser admitido en la corte celestial, por último disponía en dónde deberían enterarlo y organizaba sus funerales venideros. Entre tanto, las disposiciones patrimoniales consistían en la administración de las deudas y los bienes muebles e inmuebles mediante los nombramientos de un albacea, tenedor de bienes y herederos. Donde, básicamente era un medio para la transmisión de los bienes. En suma, todas estas confluencias espirituales y patrimoniales convertían al testamento “…en una instante crucial de conclusión y de comienzo, de búsqueda de salvación y de preocupaciones materiales, de espiritualización y de distribución de bienes, de personalismo y de miras familiares y sociales.” (García 1996: 304).

Los criterios para la transcripción del testamento consisten en la conservación de los arcaísmos, la actualización de las mayúsculas y minúsculas, el desarrollo de las abreviaturas, las notaciones al margen se han señalado con negritas, las locuciones latinas se escribieron en letra cursiva y las reduplicaciones de letras se ha simplificaron. Por último, las explicaciones se consignaron entre corchetes "[ ]" y se han conservado algunos signos de puntuación propios del escribano (=).

Análisis del testamento

El acto de testar era una de las obligaciones cotidianas en la sociedad colonial. Y en una sociedad marcada como católica, tenía mayor implicancia en la vida de los individuos. Así, la relación entre el testador y el escribano se convierte en una puesta de escena donde el primero protesta su fe y recibe la muerte como “cosa natural”, entre tanto, el segundo se encarga de formalizar y dejar en evidencia los “sentimientos y actitudes del que pronto va a partir”. Entonces, consistía en un juego de valores mentales, religiosos, sociales, económicos, costumbristas y familiares, donde se justificaba la preocupación colectiva por la muerte.

Esta preocupación por la muerte, ya cercana, debió motivar al Lic. Martín de Mena Godoy, quien en un 21 de julio de 1655, otorgara su testamento en manos del escribano Francisco de Acuña. Posiblemente el paso de los años y sus malestares físicos fueron los motivos para que decidiera encomendar su última voluntad a buen recaudo.

En 1628 se le encuentra como cura doctrinero del beneficio de Ámbar, en el corregimiento de Cajatambo. Como la costumbre señala, su oficio no le impedía extralimitarse al ámbito religioso sino, más también, tenía prácticas económicas en sus doctrinas. Por eso, los indios feligreses

El contenido del testamento refleja la vida y la muerte del cura doctrinero: sus bienes, sus deudas, su círculo de relaciones, su preparación ante la muerte inminente, con su lugar de enterramiento, misas y aniversarios. Su estructura se replica en todos los testamentos de la época, a decir, con una parte expositiva, cláusulas declaratorias o preámbulo, una parte dispositiva, mandas y legados, que recogen la voluntad del testador sobre el destino de su alma, su cuerpo y sus bienes.

El encabezamiento o preámbulo: Tras el indefectible “En el nombre de Dios. Amén”, el testador se denomina a sí mismo “el Lizenciado Martin de Mena Godoy cura benefiçiado de la dotrina de San Francisco de Siçicaya y San Josep de Churillos de la probincia de Guarachiri vezino morador en esta Ciudad de los Reyes del Piru natural de la villa de Ynperial de Potosí hijo ligitimo del señor Felipe de Godoy y de doña Beatriz de la Mena y de la Fuente mis padres difuntos”. Luego añade información pertinente que da validez al testamento (“en mi juicio memoria y entendimiento natural”), seguido de su creencia en la fe católica: “como creo en el misterio de la Santísima Trinidad Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas y un solo Dios berdadero y en todo aquello que tiene cree y confiesa la santa madre Iglesia de Roma debaxo de cuya fe y crehencia protesto bibir y morir temiéndome de la muerte ques cosa natural tomando por mi abogada a la sacratísima siempre birgen Santa María para que por mí interceda con su presiosima hijo y a todos los santos y santas de la corte celestial para que por mí rueguen quando desta bida hago y ordeno mi testamento”.

intercesión (devoción mariana, porque ven a María no sólo como la madre de Jesús, sino también como aquella persona, de naturaleza humana, con mayor ascendiente ante la divinidad y cuya intercesión –como en las bodas de Canaán– puede hacer posible una variación en el plan de Dios e inclinarlo a una mayor misericordia y perdón)

Mandas, legados piadosos, la sepultura y las honras fúnebres: Primero encomienda su alma a Dios “que la crio y redimió con su preciosa sangre y el cuerpo a la tierra de que fue formado”. Seguidamente desea ser sepultado en la iglesia parroquial de Santa Ana –de donde es parroquiano– y que el día de su entierro se “diga una misa cantada de cuerpo presente con subdiácono ofrendada de pan bino y cera” más el acompañamiento de los sacerdotes de la cofradía de la Concordia donde es hermano. Para todo ello dispone el pago de 4 pesos por las mandas forzosas más otros cuatro pesos para “los lugares santos de Jerusalén”.

cofradías (institución eclesiástica de enorme importancia porque en su interior se podía vivir una suerte de comunidad entre los cofrades, quienes solidariamente se obligaban con diversos asuntos de importancia e interés).

Las deudas y préstamos por cobrar:debo a las cofradías de mi dotrina”, más 45 pesos que pagó al indio Pedro, residente en el pueblo de Lanca, por lo que doró las andas. “debo a doña Tereza de Avalos biuda duzientos y doze pesos de que ay escriptura”, “debo a Diego ¿Morato? trezientos y sesenta pesos de que ay escritura”, “debo a los herederos de Cristóbal Muñoz duzientos y doze pesos de a ocho reales de que no ay escritura”, “que debo al Seminario lo que pareciere desde la última carta de pago”, “declaro que debo a la quarta arcobispal duzientos pesos de dos años”, “debo mil y nobecientos bulas que recibí del tesorero de la Santa Cruzada para espedir en mi dotrina como sea despedido parte dellas de a dos tomines y los demás lo que parecerá por el recibo y las que está en especie que está en mi poder en esta ciudad”, “debo a don Juan de Herrera cien pesos”, “tengo en poder de Antonia de Godoy una palangana que pesa diez marcos y un xarro de plata de comino que pesa catorze marcos y unos candeleros de plata que pesarán como seis marcos y se le debe sobre todo ello ciento y quarenta y siete pesos”, “debo a Pedro Hurtado de Mendoza mercader cien pesos”, “debo a Antonio de Castilla maestro sastre diez y ocho pesos”, “debo a Tomasa de San Nicolás beinte y seis pesos de jornales de su servicio”, “debo a los herederos de una negra nombrada Juana de Lunaguana treinta pesos treinta pesos [sic] de su jornal de su servicio”, “debo a Catalina de Narbaez el serbicio de una negra su esclaba nombrada Tomasa que estubo en mi dotrina cinco meses a racon de ocho pesos cada mes”. Le deben, “el capitán Diego Moreno de Zárate el resto que pareciere por una escritura de obligación que tiene hecha en mi favor”, “me debe el lizenciado don Bernardo Barrero de Figueroa sesenta y cinco pesos de a ocho reales del resto de mayor quantia”, “me debe los indios del pueblo de Churrillo del ayllo de Acorrana cuya cura es don Juan Terrazas dos mulas de camino la una dellas me costó cien pesos del dicho licenciado don Bernardo Barreto de Figueroa y la otra me costó otros cien pesos mando se cobren por mis bienes”, “mando que se tomen quatro bulas de compusicion por mi intención”, “declaro y es mi boluntad que se digan por mi intención ciento y catorze misas cantadas con su bixilia porque las debo a los difuntos de mi dotrina y mando se diga con la mayor brebedad para el descargo de mi conciencia”. “quel corregidor de Guarochiri don Alonso Pita de Castellón me debe el sinudo de la dotrina del tercio de San Juan deste año”.

relaciones comerciales (sólo da cuenta de las relaciones comerciales que se encuentran activas al momento de la firma del testamento y sólo muestran un pequeño universo de lo que realmente debió ser. Se logra de lo que “debe” y “le deben”, en dinero y especies, con las élites y la plebe); bienes inmuebles (tierras, solares).

Los bienes muebles e inmuebles: una casa de vivienda que está en frontera con el Colegio de San Ildefonso de la orden de San Agustín, que le arrendó por tres vidas el padre fray Diego de la Fuente, del orden de Predicadores, que pagó 155 pesos anual a los mayordomos de la cofradía de Nuestra Señora de la Limpia Concepción fundada en el convento de San Francisco. Utensilios de mesa y casa de plata, una mula de camino ensillada y frenada, dos mulas de carga, muebles de madera, una imagen de plata de Nuestra Señora, un sombrero de castor, vestido de seda negro y otro de paño de Holanda. “quarenta y dos libros grandes y chicos de diferentes autores questa en quatro caxones”, “tres brebiario los dos en dos cuerpos grandes y el uno en cuerpo pequeño”, “dos diurnos uno grande y otro pequeño un calendario”.

Las alhajas, como bienes imperecederos, podían pasar de generación en generación, con la ventaja de que este patrimonio familiar en joyas cumplía la función de ahora, ya que se podía enajenar sin dificultad en caso de una urgencia.

El heredero, albacea y tenedor de bienes:dexo y nombro por mi albacea y tenedor de bienes a el Licenciado Don Joseph Laureano de Mena mi sobrino cura y beneficiado de la dotrina de las minas del Nuebo Potos”, “Y cumplido y pagado este mi testamento en el remaniente que quedare de todos mis bienes derechos y aciones dexo y nombro por mi heredera a mi alma para que se aga bien por ella en dezir misas dar limosnas y otras obras pías atento a que no tengo herederos forçosos asendientes ni [de]sendientes”.

El círculo íntimo: “don Luis de Carbaxal Marroquín y a don Diego de Carbaxal correo mayor”, por ser mis señores y amigos.

Los testigos: Don Antonio Ferz Calero Francisco Collantes Antonio Costilla Antonio Gonzáles Francisco López Barras y Pablo Ferz.


Presentación: Revista Historia y Región Nro 6 (2018)


Hace unos meses se hizo la presentación del sexto número de la Revista Historia y Región, una entrega que no solo es un ejemplo de trabajo en conjunto, sino de la perseverancia por continuar con un valioso proyecto que busca la generación del debate y ensanchamiento de nuestros conocimientos sobre el Perú, desde su historia y realidad, a partir de enfoques regionales que expliquen la dinámica y los procesos que han llevado al país en su devenir.

Este número es muy consistente pues aborda un aspecto de la historia peruana, la vida política, que ha configurado a la sociedad de la manera directa e indirecta sobre los diferentes niveles en los que los agentes han participado. Por tratarse de artículos inéditos y recientemente publicados solo se hará una muy breve exposición de los escritos, de manera que se mantenga la expectativa y el interés.

De acuerdo a la temática de esta publicación y al eje mismo de la revista, es comprensible y pertinente que sea abordado y conceptualizado la región como espacio de estudio. En este sentido, la Dra. Susan Aldana, en su artículo “Entre señores: desde la región a la nación”, concibe al espacio como una variable dinámica, con carga explicativa, un escenario culturalmente construido, siendo la región un soporte y agente de cambio e interacción. En este caso, la región del norte peruano es un territorio particular por su historia misma y las relaciones de poder a través de las etapas que distingue la autora, por la dinámica de poder y el estatus de quienes lo ostentan; desde la época prehispánica a la colonial, y de esta a la república, donde los “señores”, representados por diferentes actores, líderes locales étnicos, las clases tradicionales y criollas, propietarios liberales y oligarcas,  han configurado a la región y a la nación en su efecto. La estructura del artículo incluye los comentarios de Jaime Urrutia y Carlos Hurtado sobre el trabajo que fue presentado inicialmente para el debate, convirtiéndole en una publicación muy recomendable.

Tanto el anterior trabajo como el siguiente, “La república frustrada: Una relectura de las luchas autonomistas del sur peruano”, escrito por Roberto Ojeda Escalante, son más bien una relectura que una investigación en el sentido estricto. Esta revisita de la historia entre la colonia e inicios de la república (1780-1840) aborda los sucesivos movimientos que buscaban la autonomía administrativa del sur, en tiempos en los que se conforma el Perú y el proyecto del estado sud peruano se plantea y desvanece desde el liderazgo y el conflicto en Puno, Cuzco y Arequipa, como principales actores. En esta misma línea, pero a partir de un caso más particular; Helbert J. Suyo Ñaupa, en la “La revolución del Cuzco en Arequipa: la guerra a puertas de la ciudad (1814)”, expone cómo fue enfrentado esta revolución en Cuzco por parte de las autoridades de intendencia de Arequipa, que habían brindado su apoyo a los realistas y ahora temían el asalto de la ciudad. Vale resaltar que estos trabajos que abordan una etapa transcendental, de crisis colonial, revoluciones y dinámica territorial, el uso de mapas como herramientas de entendimiento para el estudio histórico es un buen inicio para fortalecer una investigación, y esperemos que luego se consiga su mejor aprovechamiento para la consideración del espacio como una real variable de análisis.

No es común disfrutar de un texto solamente por la calidad informativa de una publicación, la retórica es casi siempre predecible y repetitiva, el lenguaje académico suele estar divorciado del verso, de una lectura fluida. El trabajo del antropólogo, José Ramos López, “La procesión va dentro de mí: memoria, género y continuum de violencia en el Ayacucho de la posguera”, es la excepción. Una prosa contagiada de verso que permite adherirte al relato y ser un espectador de este, un estudio revelador de la etapa más triste de la historia republicana reciente. La violencia tras el Conflicto Armado Interno (1980-2000), ha marcado un antes, durante y después en el país y en la gente, y en particular, como explora este estudio, en la mujer, objeto de ensañamiento por razones de género, condición económica y origen. Se recurre a la etnografía como instrumento para examinar la memoria dominada por el dolor, que ha sido utilizado como motivación de lucha por parte de las víctimas en su enfrentamiento con la cotidianeidad. En esta misma temática se tiene un breve reporte de Julio Abanto Chani sobre el Centro de Documentación e Investigación del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social, y su labor para poner a disposición para la consulta a través de su plataforma virtual, de acceso libre y sin costo, de archivos sobre el periodo de la violencia entre 1980 y 2000.

A puertas del bicentenario, es necesario evaluar no solo sobre el proceso histórico que llevó a la independencia y la formación del estado peruano, sino también el rol de los agentes que han venido configurando nuestra sociedad hasta la actualidad. De manera que esta revista es una segura plataforma para el debate y análisis sobre nuestra historia, un autoconocimiento indispensable para visualizar nuestro presente desde la crítica y la reflexión.

Kevin Ricci (UNMSM)
XV Simposio Internacional de Estudiantes de Historia
Arequipa, 30 de octubre, 2019



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