Kevin Luis Ricci
Jara[1]
Durante
la colonia a pesar de haber existido una depredación indiscriminada sobre las
antigüedades indígenas y la formación de colecciones privadas no se llegó a
crear un museo como tal. Ya con don José de San Martín en el Perú y concretado
la declaratoria de independencia, hubo la intensión de hacer cambios no solo en
aspectos estrictamente políticos, sino que también culturales, como fue la
intención de construir un teatro sobre el terreno que ocupaba el local de la
Inquisición.
Una
de las primeras normas en defensa y conservación de los monumentos históricos
del Perú fue la Carta Magna del 10 de agosto de 1821 (Narro 2011:36).
Otra
norma crucial dictada por el director de proyecto libertador fue mediante un
decreto, el 2 de abril de 1822 (anexo 8), el cual prohibía la extracción de
objetos de las huacas y disponía que los que se confisquen fuesen entregados al
Museo Nacional, el cual, por entonces, sólo era un proyecto (Ayllón 2012:28).
De tal forma quedaba derogada una antigua ordenanza colonial del siglo XVI, que
permitía a todo español saquear los edificios de los “gentiles” para buscar
tesoros, siendo desde entonces el “huaqueo” una actividad ilegal (Arellano
2008:80):
“Los monumentos de quedan de la
antigüedad del Perú, son una propiedad de la Nación, porque pertenecen a la
gloria que deriva de ellos…”
(Artículo 1°) Se prohíbe la
extracción de piedras minerales, obras antiguas de alfarería, tejidos y demás
objetos que se encuentren en las huacas, si expresa y especial licencia del
gobierno, dada con alguna mira de utilidad pública”
(Artículo 2°) El que contraviene
el artículo anterior incurrirá en la pena de perdimiento de la especie, sea
poco o mucho su valor, la que se aplicará al Museo Nacional, y a más de mil
pesos de multa aplicados a los fondos destinados a la instrucción pública (Ayllón
2012:228)
Meses
atrás, ya un 28 de agosto de 1821, San Martín había creado el Museo Nacional,
el primer nombre de la genealogía del ahora Museo de Pueblo Libre. Medida
tomada durante el protectorado de don José de Torre Tagle, siendo ministro de
Instrucción don Bernardo de Monteagudo. El primer director fue don Mariano de
Rivera y Ustariz, uno de los científicos latinoamericanos más destacados del
siglo XIX. Por su formación académica, Mariano de Rivera defendía la idea que
las colecciones del museo debían proceder de un contexto científico, por lo
cual era importante prevenir los saqueos a los monumentos antiguos. Estas
primeras colecciones estuvieron conformadas por, además de los materiales
recuperados de las excavaciones efectuadas por el propio don Mariano, objetos donados
y comprados, lo cual queda evidenciado por un anuncio publicado en la “Gaceta
del Gobierno” el 16 de marzo de 1822:
“Deseando el gobierno establecer
un Museo Nacional en el mismo edificio destinado a la Biblioteca, no duda que
todos los ciudadanos amantes de la honra de su país contribuirán a enriquecerlo
con cuantos objetos posean, dignos por su rareza de servir de base a las
preciosas colecciones que pueden formarse en el Perú de los tres reinos de la
naturaleza, con ventajas que no son comunes a las otras partes del mundo. Los
venerables restos que no han que dado de las artes que poseían los súbitos del
antiguo Imperio de los Incas, merecen reunirse en aquel establecimiento, antes
de que acaben de ser exportados fuera de nuestro territorio, como lo han sido
hasta aquí, porque era un interés de la
España el borrar todos los vestigios de la antigua civilización y grandeza. Las
pintura clásicas, estatuas o bustos, colecciones de monedas y cuanto pertenecen
a tan distinguido objeto, será admitido con gratitud o pagado su valor de los
fondos aplicados a la instrucción pública”. (Ayllón 2012:229)
Este
primer conjunto desaparecería durante la Guerra del Pacífico, salvándose
únicamente la Estela de Raimondi, vestigio de la cultura prehispánica Chavín (Arellano
2008:80).
Además
del Museo Nacional, a través de un decreto en la naciente república peruana se creó
la Biblioteca Nacional el 28 de agosto de 1821 cuyo primer director fue el
Padre Mariano José Arce. En el acto de su inauguración el discurso de San
Martin resaltó la importancia de la literatura y el estudio:
“Señores: la biblioteca es
destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para
sostener la independencia Los cuerpos literarios deben fomentar aquélla,
concurriendo sus individuos a la lectura de los libros, para estimular a lo
general del pueblo a gustar las delicias del estudio. Yo espero que así
sucederá; y que este establecimiento, fruto de los desvelos del gobierno, será
frecuentado por los amantes de las letras y de su patria”. (Citado por Juan
Carlos Zuretti 1950:155[2],
tomado de Descotte)
Aunque
la instalación del Museo Nacional y la Biblioteca Nacional tomó más tiempo para
concretarse, incluso esta primera institución contaría con sus primeras salas
recién el 2 de diciembre de 1825 mediante un decreto emitido por Hipólito
Unánue, no debe ser disminuido la intención de formar las primeras
instituciones para educar y rescatar los vestigios anteriores a la
administración colonial. Acción que sigue en curso y ha enfrentado sendos
discursos a través de la historia republicana del Perú, y que en la actualidad
todavía es una tarea pendiente por parte del Estado y la población en general.
Referencias citadas:
Arellano,
Carmen (2008) Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Pueblo Libre. Historia, cultura y tradición,
Municipalidad de Pueblo Libre-Universidad Alas Peruanas, Lima. 78-96.
Ayllón,
Fernando (2012) El Museo del Perú.
Historia del Museo del Congreso y la Inquisición.
Descote,
Mario L. (s.f.) San Martín y la Cultura.
Narro,
Jorge (2011) Antecedentes y Valoración
del Patrimonio Cultural del Perú. Tesis para optar la Suficiencia
Investigadora del Programa de Doctorado en Humanidades. Barcelona. Universidad
Autónoma de Barcelona.